martes, 1 de septiembre de 2009

LA INDUSTRIA PERONISTA


Claudio Bellini
“A partir del ’43, por primera vez hubo una política industrial”
24-08-2009 / Su nuevo libro es un riguroso estudio de la industria peronista entre 1946-1955.



La industria peronista Por Francisco Balázs
fbalazs@miradasalsur.comCuáles fueron las dificultades en la primera etapa del gobierno peronista de impulsar el desarrollo industrial?–Por un lado, lo que hay que pensar es que es un momento bisagra. Es el momento de la inmediata posguerra en que los problemas del desarrollo industrial y los aspectos generales del desarrollo económico no estaban tan pensados. Particularmente en América Latina. Uno tiene que pensar que la formulación de una teoría del desarrollo desde América Latina surge con la Cepal en 1949, es decir, que este gobierno en realidad toma el poder antes de que el desarrollo industrial se convierta en un problema. Y en ese sentido, hay una intención y serie de objetivos que se proclaman en el Primer Plan Quinquenal destinados a industrializar el país o diversificar la economía, pero todavía no se tiene bien en claro cuáles son los mecanismos a través de los cuales eso se puede alcanzar, ni las prioridades tampoco.–Muchos sectores se han esforzado en criticar la falta de planificación inicial.–Yo creo que a partir del ’43 hay un nuevo vínculo entre el Estado y el sector industrial, en que por primera vez desde el Estado se empieza a plantear una política hacia ese sector. Hasta ese momento, eso no había sucedido. Yo creo que ahí hay un cambio importante. Luego está todo el problema de cómo implementar las políticas y ahí es donde, como en toda política y no sólo en la política industrial, empiezan los problemas, porque la implementación requiere de una serie de elementos que muchas veces son difíciles. Por ejemplo, había un problema de diseño en la política industrial que uno puede decir “bueno, en el Primer Plan Quinquenal había una serie de jerarquía de objetivos”, es decir, se plantea una serie de objetivos pero todos más o menos en el mismo orden de prioridad. El gobierno tampoco se compromete a hacer todo, es bastante difícil en cualquier política pública. –Sobre todo con la conciliación de actores claves de la economía. Usted menciona el tema de la UIA y la dificultad que hubo ahí también de conciliar políticas comunes...–Con los empresarios, con todo el tema de la redistribución del ingreso que fue también mal procesada por los empresarios. Ahí hay intereses muy fuertes en pugna. Es distinto a lo que es una política en el ámbito de la salud pública u otro tipo de esfera. Yo no diría que no hubo plan industrial sino que el Primer Plan Quinquenal tuvo una serie de objetivos, muchas veces poco precisos, y que eso después no derivó en los hechos en el cumplimiento de todos esos objetivos.–Usted también afirma que en el Segundo Plan Quinquenal empieza a haber más definición pero también más dificultades, ya de tipo inflacionario, ya de exportación de productos primarios. –Yo creo que las dos cosas están vinculadas. A partir del ’49, Argentina y América Latina en general sufren un problema, que es la caída de los precios de los productos primarios. Pero Argentina lo sufre de la manera más violenta. Además, tiene un problema interno que es el estancamiento del sector agrario. No sólo se ve desfavorecida por la caída de los precios internacional, sino también por el hecho de que la oferta interna de cereales y carne está estancada.–Usted dice que en ese período la maquinaria agrícola había quedado muy anticuada.–Sí, ese punto es bastante interesante. Los problemas del agro venían de mucho tiempo atrás pero, durante los años ’40, se intensificaron mucho por el tema de la antigüedad del equipo agrícola, de los equipos utilizados. También por un problema legislativo porque desde el ’43 había un congelamiento de los arrendamientos y no se habían resuelto una serie de elementos muy importantes de la política agraria. Ahí, a partir de esa crisis de los precios de los productos primarios y la crisis del sector interno, cuando comienzan a escasear los dólares y las divisas, el Gobierno se ve forzado a replantear unas políticas más precisas, de prioridad–Con respecto a la maquinaria agrícola como también en otros ámbitos, el Estado tuvo una participación muy activa a través de créditos del Banco Industrial y el Banco Nación en la promoción y apoyo al sector agropecuario, incluso.–El papel del crédito fue muy importante, sobre todo en esa primera etapa entre 1946 y 1950. Después, cuando ya no hay divisas para importar, el papel del crédito es menor porque, por ejemplo, las empresas por más que tengan créditos muchas veces no pueden ampliar su capacidad de producción porque no pueden importar maquinaria o localmente no se produce. Durante esa primera etapa, el crédito es muy importante como incentivo a la industrialización.–¿Cuáles fueron los sectores de la industria que culminaron mejor posicionados, aun con esas complicaciones usted que mencionaba?–El periodo peronista justo está cortado por dos fases en la expansión de la industria. Todo el período de la posguerra, hasta el ’50 aproximadamente, es una etapa de fuerte expansión de la industria textil todavía y las políticas peronistas de redistribución de ingresos permiten un aumento muy importante de la producción y del consumo del mercado interno. En 1945 muchos industriales pensaban que se iban a reanudar las importaciones y que los ingleses iban a seguir enviándonos los artículos de algodón, la ropa en general. En esos primeros años, la industria más dinámica es la textil, sin duda. Después, durante la década del ’50, la que toma la delantera es la industria metalúrgica y metalmecánica en general. Los casos que yo tomé son los que alcanzaron mayor dinamismo: artículos para el hogar, maquinaria agrícola, y también la automotriz, que toma un camino lento...–Cuyos resultados se verían más concretamente en los ’60.–Claro, una expansión mucho mayor. Claramente, durante los ’50, es la metalmecánica. En general las industrias productoras de bienes de capital o de insumos básicos, por ejemplo acero y demás. El desarrollo continuó sobre la base de las industrias más bien livianas. En parte, es lógico que eso ocurriera. Claramente lo que se estaba produciendo era la sustitución de importaciones para alimentar el mercado interno. Nadie comienza produciendo acero y después a fabricar automóviles. De alguna manera, una industrialización motorizada por la demanda del mercado local. Digo esto porque muchas veces se critica a esto que es característico de la industrialización sustitutiva, el hecho de que comience por las industrias livianas. Para algunos economistas es un orden lógico de desarrollo. –Entre los historiadores hay un debate sobre el mercado interno en el que se mete este libro, especialmente de parte de Juan José Llach...–Y que ya era errado desde el ’45. Yo creo que en realidad ahí hay que matizarlo mucho. El éxito, o no, de una política de industrialización de ese tipo tiene que ver con las características de las políticas que se instrumentan. El mercado interno era chico en Argentina pero lo era en comparación con Estados Unidos o Europa, pero no era tan chico en términos de Latinoamérica. En todo caso, los errores o aciertos de la política iban a ser mayores o menores de acuerdo a cómo fuera la política. Claramente, no era tan descabellado pensar en desarrollar la industria hacia el mercado interno.

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